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Los 3 mayores basureros del mundo


Los 3 mayores  basureros  del mundo son: El gran basurero Gramacho en Rio de Janeiro (ya clausurado), el basurero flotante en el océano pacifico, y el bordo poniente en México.                                  
                                        

                                                                 El basurero Gramacho


Visto desde Google Earth se presenta como una enorme mancha marrón entre el predominante verdor de Río de Janeiro. En tierra firme, se trata del recientemente clausurado , el relleno sanitario más grande del mundo, cuya superficie equivale a la de 130 campos de fútbol juntos.

 El territorio fue clausurado por la prefectura de Río de Janeiro, luego de ser sede del depósito de basura durante 34 años. Allí, las montañas de desechos alcanzaban los 50 metros de altura y fueron el destino final de casi el 80% de la basura de Brasil, calculada en 8.000 toneladas por día.

 Con el cierre de Gramacho, un programa de reinserción social ha indemnizado a los recicladores con cerca de US$7.000 y reciben clases de distintos oficios para su subsistencia. En cuanto a la basura, su destino final es ahora la Central de Tratamiento de Residuos (CTR).


El océano Pacífico, el basurero flotante

Cuando uno piensa en el océano Pacífico, la primera imagen que le pasa por la mente no es la del “basurero más grande del mundo”, sin embargo, eso es exactamente lo que es. Los científicos dicen que esa “sopa plástica” de desperdicios flotantes ya cubre un área que duplica el tamaño de Estados Unidos continental.
La gran extensión plagada de desperdicios, que abarca desde Hawai hasta Japón, se mantiene fija por las corrientes subterráneas, informa BBC.
El oceanógrafo norteamericano Charles Moore fue quien descubrió el “Gran parche de basura del Pacífico”, o “vórtice de basura”. El científico estima que alrededor de 100 millones de toneladas de desechos flotantes circulan en la región (...)

  Una gigantesca mancha de 3 toneladas de plásticos se extiende por una superficie dos veces más 

grande que los Estados Unidos. Este volumen es seis veces mayor que la cantidad de plancton que vive en sus aguas. Parcialmente disuelta en pequeños trozos, semisumergida y en movimiento, su localización es muy complicada incluso utilizando satélites. Pero está ahí, cada vez más grande y cada vez más espesa.
¿De dónde viene tanta mierda? De todas partes; de los barcos, pero también de las ciudades.
En el mundo se producen al año más de 100 millones de toneladas de plásticos, que en un 10 por ciento acaban en el mar. Los ambientes marinos son incapaces de digerir tanta basura, cuyo reciclaje natural necesita decenas de años para lograrlo. Un tiempo durante el cual botellas, envoltorios y toda clase de desperdicios flotan libres a lomos de las corrientes, convirtiendo la superficie marina en una asquerosa sopa de residuos. Y el problema no es tan sólo estético. Más de un millón de aves y cien mil mamíferos marinos y tortugas mueren cada año al ingerirlo accidentalmente o enredarse en él.


                                                                  México, El bordo poniente
                                         
                                                                 
 El Bordo Poniente, el relleno sanitario más grande de América Latina, sigue siendo el mayor pasivo ambiental de México, con 70 millones de toneladas de basura que permanecen enterradas en sus entrañas, 1.5 millones de toneladas de gas metano que buscan salir a la superficie y lagunas de lixiviados (jugos tóxicos) estancadas sobre el acuífero profundo del Lago de Texcoco.
A punto de cumplirse 15 meses de su cierre definitivo, poco se ha hecho para remediar el sitio y proceder a la clausura, que en su cuarta etapa abarca 375 hectáreas de terrenos federales, donde la fetidez que se genera por el mal manejo de los residuos satura la atmósfera del oriente de la Ciudad de México y provoca náuseas a los turistas que arriban al Aeropuerto Internacional Benito Juárez..

A ras de suelo, encontramos geomembranas rotas, rasgadas y mal parchadas que dejaron de cumplir con su función de evitar filtraciones al subsuelo. Junto a estas “lonas de material plástico”, que deberían servir de aislantes entre la basura y el terreno, hay fuga de lixiviados. Pestilentes charcos de color rojizo que están fuera de control.
En el horizonte se aprecian tubos de PVC que emergen de los desechos como respiraderos, para dar salida a los llamados gases de efecto invernadero concentrados, que de otra forma se convertirían en una especie de bomba a punto de explotar.

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