Los serbales australianos, las secuoyas
norteamericanas, los baobas tanzanos, corren peligro. Estos grandes
árboles, que pueden alcanzar los 3000 años y son los organismos vivos más
antiguos del planeta, están desapareciendo.
Secuoyas gigantes Algunos ejemplares costeros alcanzan hasta 2.200 años de edad y 115 metros de altura
Los árboles más viejos y más grandes del mundo están desapareciendo
de manera alarmante, advirtieron científicos
australianos y estadounidenses. Los resultados de un estudio publicado
por la revista Science concluye que en todas partes los árboles más
grandes y viejos están amenazados de desaparición si no se aplican
políticas de preservación.
“Es un problema mundial que concierne a casi todos los tipos de
bosques”, indicó David Lindenmayer de la Universidad Nacional de
Australia, jefe del programa de investigación. “Al igual que los grandes
animales, como los elefantes, los tigres o los cetáceos, cuya población está declinando fuertemente, una serie de
indicios muestran que estos árboles corren el mismo riesgo”, señala el
estudio.
Lindenmayer comenzó este estudio con colegas de la Universidad James
Cook de Australia y de la Universidad de Washington en Estados Unidos
tras haber trabajado con muestras desde los años 1860 tomadas en bosques
suecos.
Los investigadores constataron la inquietante desaparición de los
grandes árboles, de entre 100 y 300 años de edad, en partes de Europa,
América del Norte y del Sur, África, Asia y Australia. Los serbales de
Australia, los pinos de Estados Unidos, las secuoyas de California o los
baobabs de Tanzania son las principales especies en peligro.
Los incendios forestales no son los únicos responsables ya que la
tasa de mortalidad es diez veces superior a la norma, incluso en los
años sin incendios.Este fenómeno es, según los científicos, el resultado
de una combinación de factores tales como el calentamiento climático,
la deforestación y la necesidad
de tierras agrícolas.
“Estamos hablando de la desaparición de los organismos vivos más
grandes del planeta y de organismos que tienen un rol determinante en la
regulación de la riqueza de nuestro mundo. La tendencia es
verdaderamente muy preocupante, declaró Bill Laurance, de la Universidad
James Cook.
Los grandes árboles son lugares de nidificación y de vida para casi
un 30% de las aves y los animales de nuestro ecosistema. Son también
enormes pozos de carbono, importantes reservas de sustratos que permiten
el desarrollo de una multitud de organismos y también influencian la
hidrología.
Los árboles más grandes del mundo están desapareciendo rápidamente debido a la fragmentación de los bosques,
es decir, la división artificial de los bosques en pequeñas secciones
aisladas, mediante la construcción de carreteras, granjas y
asentamientos. Esta fragmentación los hace más vulnerables a las
sequías, plagas y enfermedades nuevas, que los árboles no están
preparados para superar.
Su
característica más llamativa, su altura, además del grosor de sus
troncos, hace que estos árboles sean especialmente propensos al
desarraigo cuando están en los bordes de los bosques, en los que se
incrementa la turbulencia del viento.
Según Laurance, organismos e infecciones bacterianas nuevas, a
menudo transportadas accidentalmente de un continente a otro por los
importadores de plantas y artículos de jardinería, están
amenazando las especies. En muchas áreas tropicales, las sequías son
ahora más duraderas e intensas.
La alteración del hábitat limita la
protección de estos reyes gigantes de los bosques, que no son
abundantes: comprenden menos de 2% de todos árboles en cualquier bosque.
Los grandes árboles son muy importantes ecológicamente. Ayudan a
definir la arquitectura de los bosques y a almacenar gran parte de la
biomasa del mundo, encerrando miles de millones de toneladas de carbono
que de otro modo podrían escapar a la atmósfera. Sus raíces pueden
penetrar profundamente bajo tierra para aprovechar las fuentes ocultas
de agua y producen la mayor parte del vapor de agua que emana de los
bosques y genera la vida.