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La invasión de la planaria de cabeza de martillo


La Planaria cabeza de martillo  (Bipalium kewense), es originaria de Indochina, debido  a las importaciones de plantas tropicales y de abonos ha ido colonizando medio mundo, ya se descubrió por primera vez en un jardín londinense halla por el año 1878 y desde  hace  años campa a sus anchas por EE. UU, Madagascar, Malaysia, Mauricio, México, Puerto Rico, Tahití, Taiwan, Zimbabwe  Noruega Francia y España. Su expansión está siendo imparable y ya se cree que se extenderá por media Europa.



Las planarias terrestres son un grupo de gusanos de forma aplanada muy poco conocida, que en ocasiones los confunde con las sanguijuelas o las babosas. La mayor parte de estos gusanos se mantienen ocultos entre la hojarasca, troncos caídos y el fango durante las horas de luz, y solo están realmente activos durante la noche.

La Planaria cabeza de martillo , es un activo depredador de caracoles, babosas, insectos y sobre todo, lombrices de tierra, a las que detecta y persigue, siguiendo las señales químicas que éstas desprenden.



La planaria de cabeza de martillo  carece de un sistema respiratorio y sistema circulatorio, un esqueleto y un ano. La reproducción se produce principalmente por la fragmentación en el extremo posterior  de la cola de aproximadamente 1 cm se rompe, la ruptura ocurre cuando el fragmento posterior se adhiere al sustrato y el gusano parental se aleja. El fragmento posterior es inmediatamente móvil, y dentro de siete a 10 días comienza a formarse una cabeza ligeramente pigmentada. Uno o dos fragmentos se lanzan cada mes. Según en el clima en que se encuentre, su color va  desde negro a gris o marrón.

Los datos conocidos hasta ahora indican que la planaria de cabeza de martillo como las demás especies de planarias se alimenta de lombrices y caracoles terrestres, en consecuencia, y como especie invasora en Europa puede representar una amenaza para las poblaciones nativas de estos grupos de invertebrados.

A parte de la planaria de cabeza de martillo, se alerta de que en la Península Ibérica han sido introducidas como mínimo de diez especies de gusanos de tierra de la familia de las planarias originarias de Australia, Nueva Zelanda, Asia y América del Sur que son muy perjudiciales para la fauna de invertebrados presentes en el suelo. La ausencia de depredadores de esta especie en Europa podría facilitar su expansión en forma de plaga.

¿Hay comida para todos?


¿Hay comida para todos?
La población crece y los recursos agua, tierras fértiles se agotan. El futuro pasa por un
desarrollo sostenible y un reparto equitativo.
Según el informe de la FAO de 2016, en África 38 millones de personas pasaban "aguda escasez de alimentos".

¿Hay comida para todos?


En una palabra: hambre. Y en otras zonas, como Centroamérica y Asia devastada por repetidas catástrofes naturales, la crisis alimenticia afecta aún a grandes grupos de población. ¿Es que no hay comida para todos o es que está mal repartida?

¿Podremos sobrevivir en el futuro si la población sigue creciendo?
Los expertos dudan.

Uno de los problemas más graves que tendremos que solucionar es el de la escasez de agua. En el siglo pasado, su extracción y consumo ha aumentado más de seis veces, pero la Tierra no tiene ahora más líquido elemento que hace 2.000 años, cuando estaba habitada por el 3 por 100 de la población actual. En 2017, 31 países padecen déficit crónico de agua potable y para el año 2025 serán 48  el 35 por 100 de la humanidad las naciones afectadas, con Etiopía, India, Kenia, Nigeria y Perú a la cabeza. 
Además, los recursos hídricos están muy degradados, en gran parte a causa de la agricultura, que es el sector más contaminante.
Esto es una triste paradoja, porque la agricultura es la despensa del planeta, su principal recurso nutritivo.
 El trigo, el arroz y el maíz son los alimentos más consumidos por la humanidad y de la posibilidad de obtener cultivos superproductivos depende la subsistencia de millones de personas.

¿Hay comida para todos?
El problema es que los pesticidas y fertilizantes empleados durante la Revolución Verde de los años 60 para obtener especies de alto rendimiento han deteriorado el suelo fértil. Algunos ven la solución en los cultivos transgénicos, muy productivos y resistentes a los pesticidas, pero sus críticos alegan que traerán efectos negativos sobre el medio ambiente.
Sin embargo, algunos demógrafos creen que el problema no es la producción de alimentos, pues hay países con excedentes, como India, que padecen desnutrición infantil  y afirman que habrá comida para dar 3.500 calorías diarias a las 9.000 millones de habitantes previstos en 2050. La clave, dicen, es repartir los recursos de forma justa.